Eva se puso un vestido que había comprado años atrás en el barrio chino de la ciudad de Nueva York. Observó alegre que los años no habían pasado por su bonita figura. Decidió pintarse como una geisha, blanqueando aún más su rostro, ya de por sí pálido, y se perfiló una boquita de piñón roja.
Él llegó a casa antes de lo previsto. Su caminar vacilante por el pasillo no hacía presagiar nada bueno, había bebido una vez más.
—¿Qué haces vestida de furcia barata?— le gritó; y de una bofetada le estropeó su maquillaje, salpicándolo de gotitas de sangre que habían salido disparadas de su boca.
En ese momento en el que había materializado el más cobarde de los actos, como si de un relámpago furioso que le hubiera alcanzado se tratase, cayó al suelo fulminado. Pero nada tan sobrenatural sucedió, sino algo más mundano. Un policía le había dado un certero porrazo. Ay pobre infeliz, en su trayecto hacia la puerta de su casa, había empujado a una vecina viejita contra la pared del portal y la mujer había llamado a las fuerzas del orden para que detuvieran al bastardo.
Aquel que pasó por allí no pudo evitar preguntarse lo de siempre ¿cuánto tiempo le caerá a este? pues las penas en frecuentes ocasiones, no le parecían adecuadas a su sentido de la justicia.
ResponderEliminarHola cajaderecuerdos. Es cierto que hay casos en los que la pena es desproporcionada, por exceso o por defecto. Este tema es complejo.
ResponderEliminarYo siempre digo que un año en la cárcel no es equiparable a un año fuera, en libertad.
Nuestra Constitución, en el artículo 25.2 dice:
"Las penas privativas de libertad y las medidas de seguridad estarán orientadas hacia la reeducación y reinserción social (...)"
Ello no obsta para que haya personas en las que parece imposible el milagro de la resocialización, por ejemplo, terroristas o delincuentes sexuales reincidentes.
Sé que a veces es difícil creer en la justicia, más como la pintan en los medios, los cuales, eligen los casos "más jugosos" y muchas veces confunden términos, llevando a error al espectador.
En cuanto al tema de la violencia de género, la base, como en todo, está en la educación. Y hay otra cuestión que también me preocupa: cuando en la tele salen los vecinos de la víctima diciendo: Esto se veía venir. ¿Y si se veía venir porque no acudiste en ayuda de la mujer si oíste gritos y golpes?
La humanidad cada vez hace menos honor a su nombre, cada vez está más desahumanizada. Cada uno va a lo suyo y allá los demás a su suerte.
Ups, parece que me he extendido un poco...
Espero no haberos aburrido demasiado...jajaja
Un abrazo!
Pues no le está mal al tipo, eso de caer fulminado por un porrazo, Lucía. Con lo guapa que debía estar vestida de gueisha, con esa figura de cuando era joven...
ResponderEliminarEn fin, gracias por la visita y saludos lelos!!!
Lástima que sólo fuera un porrazo, mejor hubiera sido un infarto de corazón que lo hubiera matado.
ResponderEliminarBesos.
El problema de la educación está arraigado en la tradición también.
ResponderEliminarSociedades patriarcales se han vuelto machistas.
Y el silencio se ha vuelto la "virtud" de los podridos.
Besos
Hola Lucía:
ResponderEliminarTe recomiendo muchísimo Rayuela. No porque sea mi libro favorito, sino porque es el libro que vino a cambiar muchas cosas en la narrativa latinoamericana. Desde la historia misma hasta cómo está contada es un verdadero juego de azar. Te seduce desde el primer párrafo.
Y nada, que leí tu mail y vi que me agregaste al messenger con mi cuenta de Gmail. Pero con esa no tengo cuenta en Messenger, sino con la de hotmail. Así que prometo agregarte yo y así podremos charlar agusto un día de estos, ¿qué te parece?
Maravilloso el texto de hoy. Enhorabuena.
¡Muchos besos!
¡Qué bien, qué bien, el final deja un buen sabor de boca tras la amargura de la bofetada!
ResponderEliminarPaso a devolverte la visita a mi blog! Muchas gracias!!!
Un saludo, y hasta pronto!
No puedo con la violencia. De ningún tipo. No hay excusas. Buen relato, Lucía. Un beso gordo.
ResponderEliminarsensibilizas este viejo corazón insensible.
ResponderEliminarbiquiños
Tiene una crueldad triste... No me quito la imagen de esa pobre chica que se pone linda para recibir esa bofetada que le da justo en el alma... Coincido con que el porrazo no llegó a hacer justicia... Que buen relato eh... Gracias por pasar por mi lugarcito, espero que en poco tiempo puedas trabajar en tu casa... Lo tuyo es un apostolado!...jeje... Un gran saludo!
ResponderEliminarLinda:
ResponderEliminarLeí tu mail y creo que tenemos un malentendido, jajaja. Pasa que tengo Messenger normal, el de Hotmail y toda la cosa. Pero no con mi cuenta de Gmail. Esta cuenta, igual que tú, sólo la uso para el blog. Por eso te decía que si me agregaste con esa cuenta al messenger, nunca voy a aparecer puesto que no lo tengo activado.
Ahora que, si te apetece, puedo agregarte de una vez al messenger y te aparecerá mi mail de hotmail con el cual sí tengo cuenta y así ya podremos platicar cuando tengas Internet en tu nuevo departamento. ¿Qué te parece?
¡Muchos besos! :)
Hola a todos!
ResponderEliminarEmpecé a escribir el relato y la verdad no sabía cómo acabarlo, porque estas situaciones (como cualesquiera otras de violencia y abuso) me dan tanta rabia...
Gracias a todos por los comentarios.
Temporalmente no tengo acceso a Internet, así que tendreís que perdonarme que no os visite y comente en unos días, y tampoco creo que pueda actualizar el blog.
Muchos besos!