- Por nuestro quinto aniversario, mi novio y yo viajamos a Roma. Yo soy muy romántica, ¿sabe? Un día, paseando de la mano de mi chico, cruzamos el Tíber por el Puente Milvio y nos sorprendimos al encontrar miles de candados con los nombres de parejas enganchados por distintos sitios del puente. ¡Qué bonito!, pensé. Así que convencí a mi novio para comprar nuestro candado y sellar nuestro amor para siempre en la bella ciudad. Y así lo hicimos, pero cuando yo iba a lanzar la llave al río, mi novio me detuvo. Consérvala de recuerdo, me dijo. No podía creerlo, ¿de recuerdo? Sólo podía significar que él no creía que fuera para siempre, quería que me quedara la llave para poder dejarme y regresar a abrir el candado. Las cosas fueron a peor, nos amargamos mutuamente el viaje porque él no quería reconocerme que no quería estar conmigo. Volvimos a España y en un arrebato en medio de una discusión, me tragué la llave.
- Eso lo explica todo - comentó el médico examinando la radiografía de la joven, en la que se apreciaba la silueta de una llave.
- ¿Tiene remedio, doctor?
- Lo de la llave sí - respondió él divertido.
Fotografía de una pintada romántica frente al río Tíber.
Pero como sacais las cosas de sitio, él solo la queria para recordar el momento cada vez que mirarais la llave...
ResponderEliminarJajaja. El personaje de esta historia es una mujer neurótica, jaja. Por eso le dice el médico que lo de las llaves sí es remediable...
ResponderEliminarUna mujer normal no se pondría tan paranoica, jaja.
Un besico!
PD. No sé si está pa hablar una persona que cree que mañana es día 3. Jaja.
Es el verano que unido a que mi reloj es el sol, el tema hora y día lo llevo mal, deberías saberlo :P
ResponderEliminar"Te amo de aquí..al fin del mundo..de nuevo aquí..al infinito"
ResponderEliminarEs que quién vive de promesas se pierde de regar gota a gota lo cotidiano.
La promesa es un candado y lo cotidiano su llave.
Cómo extraño mi ciudad eterna !
Beso
¿Cómo que neurótica y paranoica?, pobre muchacha, con la que le cayó encima con ese cacho novio. Su gran error fue volver a España...con el muchacho. Candado lo tenía que haber dejado allí a él (o tirarlo al río a modo de llave), je. Además, seguro que no fue el arrebato el que le hizo tragarse la llavecita sino el muchacho, lo que pasa es que le daría vergüenza contárselo al médico,jeje.
ResponderEliminarRoma es una ciudad maravillosa, Vocero, al dar la vuelta a cada esquina te encuentras algo sorprendente. Tienes toda la razón, un amor que se alimenta sólo de promesas tiene poco futuro.
ResponderEliminarRaquel, me parto contigo, jaja. Contigo y con tu peculiar visión. Si es que te imagino en el puente, viendo a dos personas pelear, y acercándote a ellos para mandarles callar. Jajaja. (Me recuerda a una escena en un autobús...jaja)
Besos a los dos.
Visión peculiar la tuya de mi persona, Lucía, jajajaja. ¿Escenas, autobuses? No sé de qué me hablas, lo has debido soñar, jajajajajaja.
ResponderEliminarMuchos besos
Jajajaja, ¡noooo!. Aunque de esos casos deben estar llenos los hospitales. A veces siento que es de las profesiones más divertidas. Ves a la gente en el esplendor de sus neurosis e, incluso, puedes salvarles la vida.
ResponderEliminarQué buena historia, cariño ;D
Te conozco como si pasara unas cinco horas diarias contigo cada día lectivo, jaja, y otras tantas en fiestas de guardar, jaja. Te ha dado la amnesia Raquel, veo, jejeje.
ResponderEliminarSiberiana, es verdad que en estos casos, los médicos tendrán que contener sus ganas de reírse en la cara de los pacientes. Pero desde luego, yo no podría dedicarme a ello, seguro que me marearía y tendrían que atenderme a mí, jeje.
Muchos besicos para ambas dos!
Está bonito su texto. Y hay cada mujer, por eso es que uno no las entiende. Claro que también hay cada hombre, por eso es que las mujeres no nos entienden.
ResponderEliminarSalú pue.
Sea bienvenido Johan. A veces no nos entendemos ni nosotros mismos, ¿cómo nos van a entender otros?
ResponderEliminarUn saludo
Son las 6:51 p.m. y todo sereno. De mi sobrino ni sus luces, auque hoy fue mi hermana al doctor y le dijeron que ya se siente la cabecita. Pero todavía no sale. Yo también me quedaría dentro, pero ya sabes: todo a su tiempo :P
ResponderEliminarUn abrazo inmenso, linda.
Me ha caído bien esa mujer.
ResponderEliminarImpulsiva pero sincera.
Prefiero las locuras de alguien así que la falsedad que me rodea.
Muy bueno.
Besos.
Muy buena entrada. Mala salida, por lo sucedido...Pero todos tenemos un candado dentro y la llave en el fondo de un río innaveglable.
ResponderEliminarMe has hecho reír y pensar...
Qué bueno! He estado en Italia este agosto y, realmente, los ríos y las costas están llenos de mensajes románticos...
ResponderEliminarMe he tragado más de una llave... :-)
Besos
Siberiana, más seguro que en el vientre materno no se puede estar.
ResponderEliminarToro Salvaje, no sé si también te caería bien esta mujer si la contemplaras como potencial pareja...jeje.
Fante, me alegro de que te haya hecho reír. Todos tenemos un candado y decidimos a quiénes damos la llave.
Fernando, ten cuidado con las indigestiones de llaves, jeje. Hice la foto en Febrero, cuando estuve pasando unos días en Roma.
Un abrazo
GENIAL tu historia de hoy, Lucía. Me encanta el toque irónico que das al final con la respuesta del médico, jajajjaja
ResponderEliminarUn abrazo gordo.
Bueno eso es porque era sólo el quinto aniversario, en unos más en lugar de tirar la llave te tiras tú directamente al río.
ResponderEliminarBesicos
Si la relación acaba mal es por el neurismo de la chica. Guarda rencor al chico por no querer tirar la llave, pero él tiene sus razones para no hacerlo y también es bonito que la quiera guardar de recuerdo (después de todo tanta llave en el agua no creo que sea bueno para la fauna marina).
ResponderEliminarEstá claro que el rencor en las relaciones de pareja lo único que hace es desgastar y terminar poco a poco con esa relación.