domingo, 24 de febrero de 2013

Un mar de dudas

Ilustración de Javier Pajuelo

Recostada sobre el esponjoso césped del parque, Jane meditaba sobre la expresión popular “estar hecho un mar de dudas”. Sacudía ligeramente la cabeza, ejecutando un movimiento equivalente al asentir –aunque, desde su posición horizontal-, mientras pensaba que aquella descriptiva metáfora estaba claramente inspirada en su persona.

Tenía los ojos cerrados, el ceño fruncido, y ambas manos ocupadas en cercenar briznas de hierba, con rabioso ímpetu, pero, a la vez, serena indiferencia. “Un mar de dudas”. Y un mar de contradicciones.

A pesar de su apariencia exterior tan sólida, yaciente en el parque, Jane se imaginaba flotando a merced de la corriente de algún océano, inundada por la incertidumbre. Se zambullía en recónditas aguas, donde multitud de peces la rodeaban y trataban de apagicuarla, asegurándole que todo iría bien, allá en tierra firme. 

Envuelta y protegida por ese mar en su interior, trataba de recobrar la calma, y reunir las fuerzas para nadar a la superficie y tomar una gran bocanada de aire.

Pero, en aquella ocasión, fue tanta la celeridad con la que impulsó su torso a 90 grados de distancia del suelo, que se mareó completamente, y numerosos peces payaso emergieron a su alrededor.



(Muchas gracias a Javier Pajuelo, por permitirme utilizar su preciosa ilustración para crear este microrrelato. Podéis encontrar más trabajos suyos en su blog Sustancia Inestable)

domingo, 10 de febrero de 2013

Ay, corazón


En ciertos casos de gran alegría súbita,
el corazón sufre un inmediato ensanchamiento.
Y queda así, en tensión y agigantado,
por tiempo indefinido.


Fotograma de "Tour Eiffel", uno de los cortos de "Paris, Je T'aime"