sábado, 31 de octubre de 2009

Nada te queda.

De sus posesiones,
muebles e inmuebles,
fue despojado.

Los coches caros,
el jet privado,
el piso céntrico en la capital,
y las casas en las playas
de cada una de las grandes ciudades costeras
de España,
fueron embargados.

Le arrebataron la ropa de diseño italiano,
las joyas,
y los cuadros de Dalí y Picasso.

Aún así, asistió impasible
al expolio.

Hasta que el último día de su existencia,
ya entre rejas,
sentenciado y condenado,
por ser el mayor de los corruptos
(que tiene su mérito,
hoy hay muchos)
le dio un ataque mortal de risa
cuando se miró en el espejo
y se dio cuenta
de que lo más valioso que poseía
había sido cercenado por él mismo
pues hace tiempo que ni dignidad tenía.

sábado, 24 de octubre de 2009

Apariencias

Como cada día, llegó a su casa tras el trabajo, puso algo de música, buscó una cerveza en el frigorífico, y se desabrochó la cremallera invisible que recorría su cuerpo desde la cabeza a los pies, era hora de quitarse el disfraz de mujer segura, fuerte y feliz.

sábado, 17 de octubre de 2009

Echémoslo a suertes: ¿me acompañas?

En su mano sostiene un naipe de una baraja americana, desgastado en sus esquinas, usado en muchas timbas para arruinar a unos y enriquecer a otros, juegos de suma cero.
Estúpida manía de echarlo todo a suertes, de confiar las decisiones importantes al azar, para evitar cargar el peso de las consecuencias sobre la propia conciencia, demasiado corroída como para aguantar nada.
Una sola carta.
Si ahora le diera la vuelta y la descubriera, veríamos una reina de corazones.
Ahí está la diosa fortuna riéndose en tu cara.
Deberás seguir a esa mujer a dónde quiera llevarte, hasta el mismísimo infierno te llevará cogido de la mano, maldito imbécil.


(Texto inspirado en la película "2046")

viernes, 9 de octubre de 2009

La reencarnación.

Le resultaba imposible adaptarse a su nueva vida.
Era comprensible,
en la anterior fue un perro llamado Rufo,
y, en la penúltima, una planta carnívora.
No recordaba haber sido jamás un ser humano.
Era insoportable sentir,
vivir una maraña de emociones;
no estaba preparado para el amor y el dolor,
la ternura y la ira,
la alegría y el desaliento.
Así que compró un revólver
y decidido a volver a probar suerte,
se pegó un tiro en la sien.

viernes, 2 de octubre de 2009

La triste bella durmiente.

Cuando llegó la estación del dolor,
hibernó.
Pasó las horas durmiendo,
refugiada en los sueños
que tejía su subconsciente,
hasta que éste asimiló
que él ya no la quería.