Estuvo parada tanto tiempo en el mismo lugar, esperando a quien prometió llegar y jamás lo haría, que los habitantes del pueblo usaban su figura para dar indicaciones a los visitantes perdidos, a los confundidos y a los ignorantes:
— Ven a la muchacha de pelo corto y vestido blanco allí quieta, pues a la vuelta de la esquina está la plaza mayor/ un par de tiendas más arriba encontrarán la mejor zapatería de la región/ no es una estatua.
Simplemente es alguien que siguió el dicho "la esperanza -y la paciencia, en este caso- es lo último que se pierde".
Pero el saber popular debería haber añadido una advertencia, una nota a pie de página, que especificara que, a veces, se encubre una fe ciega en que sucederá lo que, en el fondo, sabemos que no nos conviene, bajo la apariencia de esperanza. En tales ocasiones, es necesario aniquilar ese ánimo impostor sin compasión, ya que, de no hacerlo, corremos el riesgo de que nos consuma.
que verdad... de nada vale esperar algo que sabemos que en el fondo no es lo que necesitamos, sino todo lo contrario
ResponderEliminarmua :)
A la chica del vestido blanco ya la han consumido, sin querer es la estatua, la calle, la piedra, pero no un ser vivo. De la esperanza no se come, no se respira.
ResponderEliminarDolorosa, pero gran verdad.
ResponderEliminarUn beso.
Ay, que doloroso, pero la esperanza hay que mantenerla, la cosa está en desmenuzarla bien hasta llegar el corazón de la espera y si tiene una razón para existir y eso a veces nos nubla la vista. Un buena y clara reflexión que me estruja el corazón. Excelente Lucía!
ResponderEliminarUn abrazo grande.
Hermosa historia...bueno, vista desde afuera, melancolica pero triste...
ResponderEliminarUn besaso y por si las dudas...comprare un vestido morado :P
La esperanza no es verde... es blanca, a partir de esta historia.
ResponderEliminar...."reflexionó
ResponderEliminary eligió
atreverse
a errar
por sí mismo. " (Lucía)
La esperanza sólo se pierde cuando probamos el sabor del error.
Seguirá quieto el blanco mientras el convencimiento no ahogue su sueño.
Besos.
Qué triste es, a veces la espera... Como canta Sabina: En esta sala de espera sin esperanza.
ResponderEliminarMe gustan los textos que me permiten encontrar el camino de regreso a las canciones.
Felices textos.
Mario
Esta entrada me recuerda a una canción que salió hace ya unos años:
ResponderEliminarhttp://www.youtube.com/watch?v=GJTR8XIKsss
Saludos, Lucía.
bajo la apariencia de destino.
ResponderEliminarvidas.
biquiños
Mejor dicho imposible.
ResponderEliminarEres sabia Lucía.
Y además escribes muy bien.
Besos.
Yo creo que los vecinos habrán cambiado lo de la chica del vestido blanco por la chica del vestido "amarillo". Por eso del paso del tiempo.
ResponderEliminar¿Sabes? A mí me gusta tener esperanza hasta el último momento. Cuando ya no se puede hacer nada, entonces es otra historia.
Besines
Jajaja! En los dos primeros párrafos debo admitir que no paré de reírme, me causó mucha gracia. Para quienes sientan lo dicho como una ofensa, esperen sentados, ya me disculparé.
ResponderEliminarSobre la fe, uf qué tema, como nos maquilla una irrealidad esa palabra, es difícil darse cuenta, difícil un equilibrio.
Salutes-saluteanos
Si naciera de nosotros desear sólo lo que nos conviene, nos iría mucho mejor. A todos. Pero también la vida sería más aburrida y aprenderíamos menos.
ResponderEliminarAdemás, como bien dice Juncal, hasta que no comprobamos el error en nuestra piel pensamos que puede ser diferente a como el instinto nos advierte.
Profundo texto, Lucía
Besitos
supongo que todos hemos sido esa chica alguna vez...
ResponderEliminarEsperar hasta convertirse en algo inerte.
ResponderEliminar(Aplauso)
Pues mejor andar por la vida con esperanza, viendo a nuestro vaso medio lleno, porque de lo contrario nos confundimos con la multitud y su pesimismo barato.
ResponderEliminar¡Muchos besos, guapa Lucía! Espero que estés de maravilla :D