Doce veces repicaron las campanas de la Iglesia. Pese a llevar poco más de una hora en la fiesta, Cenicienta estaba harta: la sala de baile estaba atestada de gente, los taconazos de aguja la estaban torturando y, para colmo, “su príncipe” estaba bailando con absolutamente todas las féminas asistentes, excepto con ella. Era momento de tomar cartas en el asunto: ni corta ni perezosa, liberó uno de sus pies y empleó el zapato como arma arrojadiza, volando éste entre las cabezas de muchos de los presentes. El hecho de que la pobre estuviera ahora descalza a medias, desequilibró su figura y provocó que errara el tiro, salvando al objetivo del zapatazo. Y así fue como, por primera vez en su vida, al de sangre azul le dieron calabazas. ¡Vaya afrenta! No podía permitirse la familia real la mofa que acarrearía la publicidad de la escena. Por ello, uno a uno, entregó a todos los trovadores del reino un puñado de monedas de oro, para que maquillaran la historia.
¡Qué bueno! Siempre me ha gustado darle la vuelta a los cuentos, la de este no tiene desperdicio.
ResponderEliminarUn abrazo.
Ja! Sin dudas que las historias tienen su maquillaje, y no me quedan dudas de que ésta, puede ser una de esas.
ResponderEliminarY funcionó, a veces. A mí no me convenció el cambio.
ResponderEliminarMe gustó como suena "la verdadera historia de..." :)
ResponderEliminar(los taconazos de aguja solo deberían servir como arma arrojadiza!)
Besos
Me gusta mucho más tu versión, sin duda!
ResponderEliminarBesos
yo sabia que algo no me convencía ni del hada ni del carruaje de calabaza.
ResponderEliminarAunque seguramente, para cenicienta si haya sido una noche de fantasía.
un saludo desde la lejanía.
sí que lo maquillaron!!!
ResponderEliminarJajaja, Lucía me gusta más este final.
ResponderEliminarBesos desde el aire
Es una buena versión, si, muy buena! Besos!
ResponderEliminarY desde que las astillitas del cristal roto le entraron al príncipe en los ojos y lo dejaron ciego, se decretó que las zapatillas de cristal no existían más. ¿Cierto? Que he estado buscando unas, y creerás que no las he encontrado. Todo suena lógico ahora.
ResponderEliminarAsí fue como encasillaron a las princesas, cuando la mayoría de las veces, en la vida real, es la princesa la que rescata al príncipe...
ResponderEliminar;)
Y sí que la maquillaron...
ResponderEliminarMuy bueno.
Besos.
Ya me extrañaba a mí tanta tontería en la versión oficial...
ResponderEliminarAhora lo entiendo todo.
Besos.
Jajajajaja, ya sabía yo que algo había de raro en la historia melosa que nos habían contado desde siempre.
ResponderEliminarBesos, Lucía.
Jeje, si ya sabía yo que algo había detrás... Muy ocurrente!
ResponderEliminarBesos
Me ha encantado! estoy convencida de que fue así! Un beso!
ResponderEliminarno hubiese importado, al final cada uno cree en lo que quiere creer, no en lo que dicta la lógica o la razón, que suelen morir atropelladas en cuanto el corazón se pone al volante..
ResponderEliminarJajaja!! Ahí está la historia aunténtica!!
ResponderEliminarUn abrazo!
Pues me encanta. Los príncipes azules destiñen. Y eso siempre es un problema. Un saludo
ResponderEliminarEstoy segura de que cuando hiciste la entrada estabas pensando en la película de “La Cenicienta”, no en el cuento. Y si no, pues me da igual, lo pienso yo. (Interpretación libre, jaja)
ResponderEliminarLa cuestión es que erró el tiro porque el zapatazo no era para el príncipe. Era para el amigo Walt, para Walt Disney, por haber engañado en sus pelis a todas las niñas del mundo haciéndoles creer que les estaría esperando el príncipe azul para ser felicísimas el resto de su vida. Y ni príncipe, ni azul, ni nada de nada. Y también por ser un machista y misógino. Además, más error todavía fue criogenizar a Walt. A quien habría que congelar es a “Disney Enterprises”, jaja.
Besos
Y lo más triste es que a nosotros, simples mortales, nos toca vivir la vida sin maquillaje. Y muchas veces pensamos que no es bella porque nos vendieron los cuentos de hadas como parámetro.
ResponderEliminar¡Muy buen post!
Raquel, la verdad que para nada pensaba en la película. Seguro que la vi de niña, pero ni me acuerdo. Jeje.
ResponderEliminarSi les cuento esta versión a mis peques, se me echarán a llorar, y no es plan.
ResponderEliminarHala, hala, a seguir con la calabaza y las hermanastras...
Un beso,