miércoles, 30 de noviembre de 2011

Cosas que pasan (VI)

Sus prodigiosas manos acariciaban el teclado del piano de cola, confundiéndose sus dedos con las teclas blancas y negras, cuando, mágicamente, daba vida a las figuras impresas sobre el pentagrama, devolviéndolas al estado etéreo y sonoro en el que las había imaginado su creador. Era el más virtuoso y reputado del país, quizá de todo el continente.  Se comentaba que escucharle en vivo era una experiencia sensorial única, que la música que brotaba del instrumento inundaba toda la sala y se colaba en el interior de los cuerpos de los asistentes.

Y aquella noche, actuaba en su ciudad. Desde hacía meses, ella guardaba recelosamente su entrada, en una cajita de madera sobre la mesita de noche. Se trataba de un concierto benéfico en un glamuroso hotel del centro. Ella luciría el vestido rojo que compró para la boda de su mejor amiga, un par de años atrás. Creía que todas las alabanzas que recibía el músico eran desproporcionadas, que no se trataba más que de una tremenda campaña de márketing, pero, aun así, no quería perderse el evento.

Una vez en el lugar, a la hora indicada, se hizo el silencio cuando apareció un hombre pálido y menudo, caminando con paso lento pero firme hacia el piano del centro del escenario. Se sentó y comenzó la simbiosis. Sus dedos ejecutaban un baile apasionado con las teclas. Y la audiencia extasiada, escuchaba en un estado catatónico, sólo interrumpido por algún profundo suspiro.

En la primera pausa, el pianista reparó en la presencia de nuestra mujer de rojo. Nunca había sentido una emoción tan intensa, ni siquiera cuando logró ejecutar por primera vez sin fallos aquella pieza que se le había resistido durante meses. Entonces, comenzó a tocar para ella de la manera más dulce. Los latidos de los corazones reunidos se acompasaron con la melodía; y ella supo, al instante, que aquella embriagadora música le estaba dedicada en exclusiva. Así que, movida por una fuerza irresistible, fue caminando hacia él, y subió las escaleras que separaban al público del artista. Llegó a su lado en el momento en que él pulsó la última tecla, la última nota. Nervioso, él continuó sentado frente a su fiel compañero.

Entonces, ella pronunció las dos palabras que él había deseado, pero con la voz más estridente y horrible jamás imaginada, insoportable para sus oídos de melómano. Esta circunstancia resultó fatal, el pianista sintió cómo su corazón se quebraba. Y recostando la cabeza sobre las teclas, dejó caer la tapa del piano sobre la misma, repetidamente, hasta perder el conocimiento para siempre.

Imagen de Google

16 comentarios:

  1. ¡Que no tengo tiempo para actualizar! ¡No puede ser! Espero poder ir poniéndome al día, poquito a poco. Besooos :)

    Y gracias Raquel, el próximo texto musical, con un fliscorno :)

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  2. Me gusta la antítesis entre el pianista y el teclado, hay algo estremecedor ahí...

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  3. ¡Pobre piano!
    Tiene mucha miga tu relato, sí señora. Lo malo es cuando esos "detalles" se tarda en descubrirlos.


    besos

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  4. Un relato delicios y encantador. Realmente magistral. Te aplaudo. Un abrazo.

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  5. De nada, Lucía. El día que te aporte dos palabras, más te vale que me hagas un texto exclusivamente para mí, jaja (bicho con la lengua fuera).
    Asustadica que me he quedado con tal reacción. Desde que lo leí, no he podido dejar de darle vueltas a la cabeza porque no me parece lógica semejante postura y he llegado a la conclusión de que puede obedecer a una de estas dos teorías:
    - Que no entendieses bien, Lucía, las dos palabras que le dijo la muchacha al pianista, de forma que le soltara otros dos vocablos un poco peor sonantes, cuyas iniciales se corresponden con las iniciales de la marca de mi impresora.
    - Que el pianista es virtuoso, reputado y un PELELE. Nunca se puede rechazar a una mujer, pero si va con vestido y encima es rojo, menos todavía, jaja. (bicho con la lengua fuera)

    Muchos besos

    P.D. Estoy deseando el próximo texto musical. Sólo sugerir que si cambian las tornas y la que toca el instrumento es la muchacha del vestido rojo y quien se le acerca es un muchacho, pianista o no pianista, espero que no sea ni pálido ni menudo y que las palabras que pronuncie sean bien entendidas y muy bien sonantes, jaja (bicho con la lengua fuera). Ya que va a ser sólo un texto...por pedir que no quede

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  6. Ja ja ja, vaya final más inesperado, me ha encantado ja ja ja .

    Besazos enormes

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  7. Todo iba bien....

    Hay voces que desaniman hasta a los muertos.

    Besos.

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  8. ¡Hola Lucía!
    ¿Cómo te está yendo por aquellas tierras? Sí recibí tu correo y hasta lo respondí, pero al parecer no te llegó :(
    Te cuento que todo va bien; un poco (¿o bastante?) presionada en la escuela, pero no me quejo: ha sido un bonito trimestre. Pero ya termino, si la Santísima Trinidad está de mi lado jaja, la próxima semana.
    ¿Tú qué tal?

    Espero que estés bien, tranquila, conociendo de todo.

    Te mando muchos besicos.

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  9. Muchas gracias por tus dulces palabras :)
    Yo también he pasado unas semanas completamente desconectada de los blogs, pero vuelvo a la normalidad ya!
    Un abrazo!

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  10. Inesperada carraspera!! Me quedo con la música que se puede escuchar en este relato. Y con la esperanza de que el pianista recobre la conciencia y le de una oportunidad a la chica de rojo.

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  11. es extraño, pero no me parece una mala forma de morir, aunque supongo que el pobre hombre no diría lo mismo, toda una vida persiguiendo la belleza y esta te acaba escupiendo a la cara la realidad ...

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  12. Que buena conexión!
    Amiga, paso a dearte felices fiestas!

    Besos!

    =) HUMO

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  13. Precioso texto Lucía. Espero que todo marche bien y disfrutando al máximo! Abrazos!

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  14. Otra vez de nuevo por tu casa, disfrutando de las cosas que nos dejas.

    Saludos y feliz domingo.

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  15. ¡Cuánto tiempo sin saber de ti!

    Este pesimismo y anti-románticismo me recuerdan (maldita deformación académica) a otro relato que escribí tiempo ha, en un momento en el que no creía (o no quería creer) en el amor. Nunca se sabe con certeza de dónde vienen las historias que se nos imponen desde dentro, sólo espero que no corresponda con tu momento y, que sólo sea un bonito ejercicio literario ;)

    Kisses pre-navideños ***

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