Sus extremidades estirándose revelan que ya se ha despertado. A continuación, ejecutará su coreografía, el baile ritual matutino, que ha aprendido su cuerpecito menudo a fuerza de repetirlo diariamente. Tumbada en el lado derecho de la cama, extenderá los brazos muy despacio hacia el lado contrario, aquéllos que ahora vieran la escena creerían que es su modo de desperezarse, pero errarían; sus finos dedos criban el aire a su lado, tratando de palpar otro cuerpo, una vida ajena a la suya, una silueta masculina. Pero hace tiempo largo que él no está.
Y la soledad, anteriormente agazapada en un rincón de la habitación, oculta en las sombras, en ese instante, saldrá de su escondite para asestarle el golpe, y hacerle tambalearse cuando apoye los pies en el suelo. Como cada día desde hace muchos, se levantará con la tristeza anclada en el alma.
El siguiente paso de baile le llevará a la vieja silla frente al tocador, donde se sentará, frente al espejo, para peinar con sus dedos ágiles su pelo ensortijado y rebelde.
El movimiento que sigue, le transporta a la cocina, a preparar café para dos, sabiendo que sobrará la mitad. El aroma del líquido negro le traerá de vuelta a la vida, si es que a esto se le puede llamar vivir.
Tras tomar el café y ponerse un vestido, sale corriendo hacia la playa, para iniciar la búsqueda en la arena de las huellas de su enamorado, un pescador que tragó el mar hace años, que solía recorrer descalzo la arena mojada en las mañanas de bruma.
El mar, amado y odiado con la misma fuerza.
Y obtendrá el mismo resultado de todos los días: montones de huellas desconocidas, de amores de otros y otras o amores de nadie.
A la noche, con la marea baja, volverá a la playa, y se sumergirá en el mar, y dejará que su cuerpecito se mezca al compás de las olas, implorando secretamente que le lleven de vuelta con su esposo.
Una de esas noches dolorosas, exhausta de tanto llanto y búsqueda infructuosa, quedó dormida en la arena, acunada por el arrullo del mar cortejando a la playa. Cuando despertó a la mañana siguiente, sus brazos, acostumbrados a ciertas rutinas, a ciertos bailes rituales, se extendieron hacia la izquierda, y el mar, amado y odiado con la misma fuerza, los lamió y acercó a sus manos una botella de cristal que conservaba en su interior el mensaje que ella lanzó desesperada tiempo atrás: "Ne me quitte pas"
Para mi hermana Elena, por su cumpleaños.
¡Felicidades! Espero que te guste :)
ResponderEliminarTras celebrar el cumple de mi hermana y hacer mi último examen de Enero, estaré en Londres unos pocos días, ¡nos vemos a la vuelta! Besos :)
Me encanta.
ResponderEliminarPorque hay regalos que no tiene precio, lo valen todo (ni siquiera cuestan el dinero de una cartulina jejeje)
Gracias
yo siempre inspirando este blog eh
¡Muchas felicidades para ella!
ResponderEliminarY mis mejores vibras en tus examenes, Lucía. Yo estoy bastante cansada porque no dormí nada y hoy tenía bastante tarea. Digamos que no fue mi día. Pero mañana será otro día.
Un abrazo.
Felicidades a tu hermana, y felicidades a ti.
ResponderEliminarQué bonita la historia, triste, pero con un final conmovedor.
Y la canción... "Ne me quitte pas" es probablemente mi tema favorito, que siempre me arranca lágrimas y siempre me pide que la escuche una vez más.
Preciosa entrada
Suerte en el examen y lo mejor para tu estancia en Londres
Yo esperaré tu regreso (ne me quitte pas)
Felicidades también de mi parte para tu hermana.
ResponderEliminarEspero que lo pases muy bien en Londres y puedas desconectar de la uni.
Besos!
Me gusta, pero que desolación!!!
ResponderEliminarBesos.
"Y supo que la sola soledad era el silencio"
ResponderEliminarQué penita, no?
Buen viaje!
Gracias por recordarme la mejor canción de amor que jamás oiré. Tengo una larga historia con esa canción, es como mi propio mar: se llevó lo que yo más quería, pero de vez en cuando me deja botellas a los pies de la cama...
ResponderEliminarDisfruta de Londres. Ciudad mágica.
Esperamos noticias pronto.
Un beso
Una historia muy conmovedora. Los bailes rituales al despertar siempre buscan compañía. Qué triste si no hay nadie.
ResponderEliminarSaludos!
Un relato bellísimo de un amor incondicional y eterno, de esos que aún existen. Se me ha hecho un puño el corazón de la emoción escuhando esa maravillosa canción tambien. Hermoso. Un abrazo y mucha suerte.
ResponderEliminar¿Cómo es eso de que te vas a Londres? Seguro que diste una vuelta con la maleta a la manzana, jaja.
ResponderEliminarPues que lo pases bien por tierras británicas y cuidado con la gente que te acompañe, no siendo que estén pa allá de la cabeza, te contagien y luego no puedas escribir cosas bonitas como ésta, jeje.
Suerte para ese último examen de enero, yo también tengo uno; casualidades de la vida.
Muchas felicidades a la cumpleañera.
P.D.: son los exámenes...sorry
Me ha gustado mucho
Regresaron sus propias palabras embotelladas. ¡Caramba! Nunca se sabe qué sucederá si las acristalas.
ResponderEliminarMe ha gustado, Lucía. Gracias por contárnoslo.
Te deseo una agradable estancia en Londres y feliz cumpleaños a Elena.
Con afecto,
Fdo: Sucette D´Ment
Que lindos recuerdos que se dejan ver en un texto exquisito.
ResponderEliminarTe sigo, te leo
un besote
Qué texto tan profundo Lucía... Y muy descriptivo, me pareció verla... Escuché mucho de Antony and the Johnsons (no se si se escribe así), buen dato; es muy buen grupo... "Ne me quitte pas" una vez lo canté en vivo en un lugarcito de mi pequeña ciudad, es un tema muy especial. Que estés muy bien!
ResponderEliminarme vas a hacer llorar puuuuuú!
ResponderEliminar(de lo bonito que te ha salido)
biquiños
Muy bien escrita Lucía, pero que finales mas tristes le pones! aunque la canción es pre-pre-ciosa!
ResponderEliminarde veras una historia muy rica en léxico, FELICIDADES
No he podido evitar leer el relato con una sonrisa de estúpido en la cara ya que me he visto altamente reflejado en ella [con la salvedad de que yo, en lugar del pelo lo que me peino es la perilla xD]
ResponderEliminarVeo que en este mes que he estado desaparecido no has perdido tu toque para crear historias que son magia en sí mismas
Un beso
Felicidades para Elena y buen viaje a Londres para ti!!!! Qué suerte!!!
ResponderEliminarGenial final con el desgarrado Jacques Brel, suplicando Ne me quitte pas...
Un beso enorme, querida Lucía. Disfruta de la ciudad.
nunca he sido azul.
ResponderEliminarbiquiños
Que preciosidad! me ha hecho recordar que debo ir corriendo a darle un beso a alguien, que aún está a mi lado.
ResponderEliminarBesos a la vuelta
Mi imaginación me lleva a imaginar la historia detrás de la historia. Tal vez porque los finales desoladores siempre inducen a un abrazo y los interrogantes son buenos "salvavidas".
ResponderEliminarNunca he estado en London, asi que la envy me corroe en estos moments. Disfrutalo mucho por mi, OK?
Congrats tardias a tu sister :)
Kisses literarios ***
Bonito post...Que envidia Londres, pero que envidia...Disfruta, ya nos contarás...Abrazotes
ResponderEliminarTouchée! Has elegido una de mis canciones favoritas. Aunque tu historia también tiene algo de Penélope, no crees?
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