lunes, 13 de septiembre de 2010

La indecisión.


Toda su vida estuvo marcada por una indecisión casi patológica.
Siendo un bebé, su madre se veía obligada a comprarle la gama completa de potitos del mercado, pues su hijito tomaba una cucharada de uno y negaba rotundamente con la cabeza, probaba otro e, ingerida la misma cantidad, rechazaba ese sabor y señalaba con su minúsculo dedo índice otro de los tarros de cristal.
En el colegio, se ganó el puesto de alumno más insoportable. Especialmente irritado con su comportamiento estaba el profesor de Matemáticas, porque el niño siempre contestaba, entre dudas y suspiros, que quizá fuera 7, u 11, o la raíz cuadrada de 22.
De mayor, el sastre tenía que hacer acopio de paciencia para no clavar todas las existencias de alfileres a este cliente cansino que, en un comienzo, quería el traje azul marino, más tarde, gris, luego, de tweed,...
Dada la fama de inseguro que cosechó en vida, no le sorprendió al enterrador que, en el momento en que la tierra iba a tragar el féretro, nuestro protagonista lo abriera y dijera que creía que no quería morir. Pero esta vez,  el indeciso se encontró con una persona que no cedía ante caprichos y tontunas y, sobre todo, tremendamente hastiada de ese trabajo tan duro. Así que, muy tranquilo, el enterrador le espetó: "tú ya no tienes voto". Y le cerró la tapa.

19 comentarios:

  1. Es tan triste no sabes lo que se quiere... Me encanta exte texto, muy bueno!!

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  2. Jaja. Me recordó otro cuento, de alguien que tenía tantas cosas que hacer que no quería morir nunca.

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  3. Muy bueno, Lucía.
    El sepulturero me recordó a uno muy particular de un pueblo gallego, que perfectamente podría haber reaccionado igual.

    Besos

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  4. Pues si hay reencarnación seguro que sigue dando la lata...

    Besos.

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  5. Buenísimo Lucía, ma ha encantado, y ese final inesperado con una pincelada de humor le has dado un cierre magnífico. Bellooo. Un abrazo.

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  6. Jajajaja, pobre muchacho!, las cosas que habrá dejado de hacer por esa indecisión. No en vano dicen que tanto pensar nos hace idiotas, con lo cual, no pienso jamás y listo, chau, chau, adiós.

    Besou!

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  7. ¿Y qué hago si me pasa al revés?

    Tengo muy claro todo lo que quiero, ahora bien, estoy indeciso con la vidaomuerte.

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  8. Y a cubrirse de paletadas de tierra. Una tras otra.

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  9. Muy bueno, me ha sorprendido! La imagen es genial: el muerto sacando la cabecita del féretro y dudando si morirse o no...jajaja!!
    Me gusta.

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  10. Ser indeciso es ser inseguro, ¿no? O, bueno, tiene relación, creo yo.
    ¿Cómo estás, guapísima? :D

    Muchos besos.

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  11. La verdad es hermoso y el final inesperado.
    Es la primera vez que entro en tu blog y la verdad me pareció muy interesante. Seguramente me tendrás segeguido por esto lugares (te sigo).
    Te dejo la dirección de mi blog por si querés visitarlo.

    http://el-ser-bohemio.blogspot.com/

    Desde ya muchas felicitaciones!!!

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  12. :S Y ami que me dijeron que ser indeciso no era un problema "tan" grande.
    Pero este si que llego al colmo.

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  13. el libro es bonito, pero me lo esperaba diferente.
    No tuvo voto, pero sí voz. En el momento necesario ciertas cosas aparecen por arte de magia.

    :)

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  14. ¡ya era hora de que alguien le pusiera los puntos sobre las íes!



    (medio elefante
    malabarista)

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  15. Simplemente genial, queridísima Lucía; manteniendo como siempre la calidad de tus cuentos. Estoy bien pese a algunas cosillas que escribo, gracias por pasar por mi espacio... Un beso gigante, buena vida.

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