Después de leer todos los libros de su biblioteca personal, el barón Don Ginés Cambóo decidió convertirse en un reputado escritor.
Sobre la mesa de su despacho dispuso un paquete de folios, y su pluma estilográfica de oro, junto a una cajita de cargas de tinta.
Sin embargo, no se le ocurría trama alguna.
Entonces, cambió de localización: se sentó en el antiguo butacón de su bisabuelo, frente a la chimenea. Pero las musas no aparecieron.
Contrariado, subió a la segunda planta, y se recostó en el diván del siglo XIX. No dio resultado, continuaba sin ideas.
Pasaban los días y los folios seguían vírgenes.
El barón, que acostumbraba a ver sus deseos satisfechos con gran prontitud, estaba desesperado. Recorría su lujosa mansión maldiciendo, con el batín de seda y el pelo canoso alborotados.
Un día, resolvió subir a la última planta y abrir todas las ventanas. Escribió un par de líneas en un folio y lo tiró a través de una de ellas, para luego lanzarse él mismo al vacío.
Encontraron su cadáver, al lado de una hoja manchada de sangre que rezaba: “Al menos, ahora alguien tendrá una historia sobre la que escribir”.
Excelente, querida Lucía.
ResponderEliminarUna historia de gran impacto, podría decirse.
Has dado certeza a las últimas palabras del barón, con fastuoso trazo.
Un enorme beso.
Es hermoso. A veces me tienta ese final. Escribir, en ocasiones, es una búsqueda desesperada.
ResponderEliminarBeso.
Ps: Que hermosa es esa foto de Beatles!!!
Un poco drástico... pero lo consiguió, y si no, véase tu post. :)
ResponderEliminarBuena historia.
besos
Muy bueno, el barón reconoció sus limitaciones pero no abandonó su ego.
ResponderEliminarEscrito de una forma maravillosa, me has impactado con ese final, que además Lucía, es poético y muchas veces pensado. Ah, cuando se siente la impotencia, y las musas se alejan...bello y poético. De veras que me encantó. Un abrazo muy grande y que estes muy bien.
ResponderEliminarJoder que bestia!!! ja ja ja
ResponderEliminarEsas siempre son las soluciones fáciles.
Besos testarudos
es un triste final para alguien que solo quería crear historias...
ResponderEliminaral vacío
él y las historias
:)
bonita quitadora de sombreros
Muy bueno, además ahora se lleva la sangre.
ResponderEliminarBesos
Pasaba a desearte felices fiestas!!
ResponderEliminarte dejo un fuerte abrazo!
Ya no queda gente tan generosa.
ResponderEliminarAhora todos quieren vivir hasta el último segundo.
Egoístas!!!
Besos.
Muy bueno.
ResponderEliminarBesos
si un día no vienen mis musas... dejaré mis folios en blanco...
ResponderEliminarQue buena historia Lucía... Lástima, pobre escritor. No vale la pena perder la vida por un par de palabras... Un placer pasar por aquí como siempre. Besos gigantes
ResponderEliminartramarte.
ResponderEliminar.
Y efectivamente lo has escrito.
ResponderEliminar:)
Cuando leía el escrito imaginaba la locura de Barón al mejor estilo Jack Nicholson en “el resplandor”.
ResponderEliminarBueno, entonces, teniendo en cuenta el final, espero tener algo para escribir, caso contrario…me quejaré a la persona que narró este post, es decir…a vos.
Besononón!
Y tú lo has aprovechado.
ResponderEliminarMuy bien, Lucía
Besos
la letra con sangre sale
ResponderEliminarEs que la ausencia de musas muchas veces desespera. Muy bueno. Un abrazo
ResponderEliminarLos pelos de punta y las palabras... tan excasas como las de lso folios de este señor
ResponderEliminar