Cuando yo iba al instituto, tendría unos 17 años, me encantaba la Filosofía (eso no ha cambiado). Una mañana, el profesor barbudo y místico nos explicó una teoría metafísica denominada “solipsismo”. Nos dijo que si él fuera solipsista, sólo podría estar seguro de su propia existencia, y de nada más. Yo escuchaba boquiabierta, en parte, porque cada palabra de ese hombre sabio estaba envuelta en un halo de verdad universal, para una pequeña altamente impresionable.
—¿Entonces, el resto de las personas, el resto de las cosas que vemos, que podemos percibir a través de los sentidos?— preguntó un compañero.
—De ellas no puedo afirmar su verdad— respondió el profe, totalmente metido en su papel de solipsista. —Pueden ser creaciones de mi mente, así que quizá yo te estoy inventando, como he ideado esa pregunta, como he dibujado esta clase, tu pupitre o la pizarra.
Yo estaba fascinada y como por aquel entonces tenía muchos pájaros en la cabeza (eso tampoco ha cambiado), me dirigí a casa caminando muy despacio, por si acaso no me daba tiempo a ir inventando los adoquines y las carreteras con sus aceras antes de dar el paso y terminaba en el vacío, en un abismo negro que, finalmente, sería fruto de mi invención más terrorífica. Si otras veces, jamás reparé en detalles a lo largo del camino, esta vez me sentía obligada a mirar a cada lado, a cada viandante, a cada coche, a cada tienda, a cada perro siendo paseado o paseando a su dueño (a veces no está claro); y mi sonrisa era cada vez mayor, sin hacer esfuerzos, ahí estaba yo, máxima deidad, pintando un mundo variado y tan elaborado. Qué maravilla.
Eso sí, si yo me creía poderosa Diosa, como nueva solipsista, ¿no le pasaría lo mismo a mi profesor y a todo el mundo en general? Me contesté enseguida que no, que sólo yo era consciente de esto que me pasaba, que el profesor había sido una invención más de mi subconsciente, para revelarme mis facultades infinitas y sacarme de esa ignorancia anterior.
El primer día del resto de una vida estupenda, pensé. Todos soñamos alguna vez con construirnos una vida a la medida. Sólo tenía que concentrarme e imaginar. Crear. Colorear.
Así que al llegar a casa, saludé a mis padres y mi hermana muy alegre, con un montón de planes en el bolsillo. Después de comer me encerré en mi habitación con varios cuadernos y bolígrafos para dejar escrito mi mundo ideal, un mundo que otros sólo podrían anhelar. Estuve toda la tarde anotando cómo debería cambiar todo. Algunas cosas eran obvias, como por ejemplo, convertir mi piso en un palacio entre las nubes, acorde con mi posición suprema en el universo por mí creado, además de cambiar el instituto por un lugar donde seguir formándome, pero a otro nivel, con clases adecuadas a mi carácter (y sin Biología, total, si yo había creado animales, plantas y el planeta tierra y, en general, todo el universo, en algún lugar de mi mente estaría todo eso que aborrecía estudiar). Otras eran más altruistas, encaminadas al bienestar de mi pueblo, de mis muñequitos pseudo humanos que se consideraban personitas autónomas, pobres ilusos, jamás volvería a crear situaciones que los pusieran en peligro de ninguna manera.
Me acosté muy cansada. Es agotador dirigir el mundo, pensé. Lógicamente unos planes tan detallados requieren un cierto tiempo de cocción, así que dormí y soñé cómo se solucionaba cada conflicto en el mundo y cómo me construían el palacio.
A la mañana siguiente, mi hermana me despertó tirándome una almohada a la cabeza. Miré por la ventana y vi el patio de luces de mi piso. Puse las noticias, como cada mañana, y ahí estaban, las mismas desgracias de cada día. Y, en ese momento, me puse a llorar. Mi madre creyó que era porque me estaba volviendo muy empática (que también), pero lo cierto es que pensé que ser lo de ser solipsista era un timo y desde entonces, el barbudo no me pareció más que un hippie loco.
This is fiction.
ResponderEliminarla realidad sobrepasa cualquier sueño?
ResponderEliminarel de vivir en un mundo mas sano.
malditos barbudos...
El mismísimo Picasso dijo un día: "La única misión del artista es convencer al mundo de la verdad de su propia mentira".
ResponderEliminarAsí que deberías volver a ese colegio y darle la mano a un gran artista como fue tu profesor de filosofía...
Ays, yo odiaba a mi profesora de filo, con todas mis fuerzas, me hizo ser un analfabeto en esa materia y lo poco que sé se debe a mi interés posterior... bastante irregular, por cierto.
ResponderEliminarY yo con 17 también estaba como una regadera, no te preocupes ;)
Es terrible cuando de un sablazo nos envuelve la cruda realidad. Sería maravilloso poder hacer uso de esa filosofía, y ponerla en práctica...por el momento yo sueño y sueño y de vez en cuando (bastante seguido) me doy varias caídas. Me hizo gracia la forma como lo contaste, muy bueno. Un fuerte abrazo.
ResponderEliminarUna pregunta recurrente que me he hecho a lo largo de mi vida es si la realidad lo es en sí misma o lo es porque así la percibimos. No llegué a creerme creadora del mundo en que vivo porque me he encontrado con demasiadas cosas que ni de broma podría haber creado yo...
ResponderEliminarUyyy, difícil comentar esto. Daría para una conversación de varias horas regada con un rico ron, por lo menos.
Besitos
Jjajajaja qué buena locura que tenés. Lo del profesor barbudo y “místico” me causó (también) gracia, es que como que todos tienen el mismo perfil, mismo en la facultad de letras, todos caminan y “venden” una cuestión particular…que termina siendo ordinario y banal.
ResponderEliminarSobre el mundo imaginario, claro! qué decepción!, pensar que uno es Dios y de pronto darse cuenta que no…que simplemente es esto…un puntito que se borra con el viento.
Capaz…habrá que vivir en una mentira…total…lo real ya no se entiende.
Besouuu
pd: que garrón tener que aclarar que es ficción.
aclaración: garrón = algo no positivo
ResponderEliminarJajaja, la de locuras que pensamos a lso 17 años. Qué maravilla.
ResponderEliminarMuchos besos, Lucía.
sin embargo, el solipsismo es nuestra verdad más profunda.
ResponderEliminar(y tú siempre serás diosa)
biquiños
Como nace un solipsista?
ResponderEliminarPor generación espontánea...?
Besos.
Suele pasar con los filósofos Lucía, están como una chota más que otra cosa :-) ( con el debido respeto) y de las ideas filosóficas hay que coger cierta distáncia, son muy abstractas.
ResponderEliminarMadre mía lo que te pasó :-)
Todos hemos pensado alguna vez si lo que nos rodea es real o una ilusión. Podía ser una mezcla de las dos, para que no sea ni tan malo, ni tan bueno.
ResponderEliminarBuenas cosas nos hacían pasar los profesores!
Saludos!!
Es precioso; ha sido muy fácil imaginarme a la niña paseando mientras pensaba que creaba el mundo y lo de los perros jeje qué razón tienes.
ResponderEliminarDe los dos profes de filosofía que tuve en el insti uno era bastante digamos no-convencional y creó bastante polémica el hecho que entre las lecturas obligatorias del curso estuviesen a la par ´El mundo de Sofía´ y ´Sodoma y Gomorra´.
Yo no veo las noticias porque soy demasiado empática y luego lo siento y lloro durante días :S Ser una ñoña sólo trae problemas aunque quizás mejor así que fría como un témpano; indecisa al respecto sobre las ventajas de una y otra opción.
¡Un saludo!
Solo conozco mi propia existencia como ser que ama, duda, crea.. res cogitans (cosa pensante)
ResponderEliminarDescartes.
Puede que sea ficción pero lo de tu hermana golpeandote con una almohada probablemente si sea cierto (risas)
Yo en cambio odio la filosofía....
ResponderEliminarme ha parecido una buena entrada y antes que nada "me quito el sombrero" como bien lo dice el blog. Tambien soy una fanatica de esos casquetes mofos que nos sentamos encima.
ResponderEliminarcon lo referente al Solipsismo, pues vaya que no conocia ese término aunque sabes? una vez que se abren los ojos muchas veces nos enfocamos por no pestanear y se vuelve irremediable terminar por cerrarlos con unas cuantas lagrimas de por medio.
besitos, en horabuena el habernos encontrado.
Qué historia! Jodidos barbudos extraños...
ResponderEliminarHay un regalito para ti en mi blog. Espero no causar molestias, pero sucede que me encanta tu espacio.
Un gran beso
"Mi vida fuimos a volar con un solo paracaídas"
ResponderEliminarCasi sin quererlo te encargas de fabricarme péptidos opioides.
=)
Algún día lo sabrás pero no me pidas que te lo cuente ahora porque sino pierde la magia del momento.
ResponderEliminarMe conformo con saber que te ha parecido un bonito detalle, el objetivo se ha cumplido con creces.
Un beso. =)
Hola :)
ResponderEliminarMi nombre es Javier, y llegué acá desde el blog de Gregorio Kolbe, que te mencionó en su última entrada. Decidí darme una vuelta, y agradezco que lo hice, porque me ha encantado tu blog, desde el nombre pasando por las fotos llegando a las historias...
Seguiré dando vueltas por acá :)
Javier
Jajjajaja... era cuestión de tirar un poquito del hilo y voilá.
ResponderEliminarMe tienes vigilado, eh? =)
P.D.: Anyway reafirmo lo grande que es Calamaro y lo genial de esa canción.
En fin, sólo era una teoría...
ResponderEliminarMejor solipsista que mal acompañado.
ResponderEliminarSaludos.
jajjajaja, me ha encantado. Yo, de haber sido solipsista, hubiera creado unos profes que me hicieran pensar, sí.... :-)
ResponderEliminarUn abrazo, querida Lucía. Me encanta tu imaginación.
Yo estoy bien y espero que tú también.
Muaaaaaaaas
Viernes y paseando por tus letras... Un placer venir a estar atento a tus cosillas... tu universo...
ResponderEliminarSaludos y un abrazo.
Hola señorita;
ResponderEliminarMuy linda su casa, me quedo. Me gusta con leche y con dos de azúcar ;)
gracias
Me ha pasado, que hermoso blog. Besos infinitos
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