—Estaba soñando contigo cuando sonó el timbre. Otras veces es el despertador con su alarma estridente el que me roba de las ensoñaciones en que reapareces. Odio cuando eso sucede porque, al menos cuando los sueños acaban por sí mismos, a la mañana siguiente, no recuerdo tu presencia en ellos. Pero de esta manera, me despierto confusa, creyendo que aún estás por ahí. Y sólo me quedan dos opciones: o bien, sobrevivir y pelear durante todo el día contra recuerdos y nostalgias, la realidad de las ausencias; o bien, rendirme, y si puedo permitirme quince minutos más de vida subconsciente, tratar de volver a dormirme y dejar que otro sueño borre tu rastro.
Eso quise contarte cuando vi que eras tú el que llamaba a la puerta. Pero, como otras veces, de reencuentros amargos en los que inicialmente no sé muy bien qué decir o qué hacer, me quedé callada, esperando que fueras tú quién rompiera el hielo.
Estas divagaciones, ya despierta, fueron alentadas, cuando observé que en el suelo a tu lado había una maleta: tu vieja maleta de cuero, la que llevábamos a cada uno de nuestros viajes.
En mi último sueño contigo, también portabas una maleta, pero no era ésta, era una nueva, de plástico duro y resistente, una “moderna”, preparada para esos tratos "delicados" que reciben las de su género en el aeropuerto; quizá más adecuada para volar horas sobre océanos, recorriendo mundo, o volar muchos minutos para volver a vernos.
Yo prefiero la tuya, que huele a sal porque una vez llegamos ansiosos de mar a ese pueblo costero que nos vería felices aquel verano y fuimos directos con ella a la playa, y terminó empapada de agua salada.
Ahora sí que estaba perdida. En el sueño, traías la maleta para devolverme los buenos tiempos, mientras yo te miraba dolida, pero sin lágrimas (ocurre que en esos momentos malos mis ojos se quedan secos, será por el shock, ya se deshidratarán más tarde, en soledad).
—Buenos días — dijiste finalmente, algo perplejo por mi cara de ida.
—Hola. ¿Qué llevas en la maleta? — una vez abierta la boca me arrepentí, ya había hablado más de la cuenta.
— Está vacía. He venido a buscarte. Y nada necesito si tú me acompañas.
Como respuesta a esta invitación, encerré los miedos en casa, te cogí de la mano y nos fuimos agarrados tú y yo y la esperanza.
Esta historia es ficticia.
ResponderEliminarNo será por ganas de irme de viaje...Pero mis obligaciones universitarias me lo impiden, ¡qué se le va a hacer!
Recuerdo un relato parecido a este. Lo soñé justo antes de comprar por 10 € en un mercadillo la maleta que hoy lleva el "pequeño viajero".
ResponderEliminarAhora sigue soñando que viaja por esta vida complicada.
Besos viajeros
A veces no se necesita nada en la maleta, más que esperanza... Me gustó esa idea. Buena historia, como nos tienes acostumbrados... Qué estés muy bien.
ResponderEliminarHermoso relato... dan ganas de dormirse y soñar un poco, a ver quién golpea la puerta. O, por qué no, tomar una maleta y salir al ruedo.
ResponderEliminarUn gran beso transoceánico
Me juego algo a que aunque él dijo que no llevaba nada en la maleta pesaba mucho.
ResponderEliminarSabes? Erróneamente me voy a creer con derecho de darte un consejo, intentaré no volver a hacerlo:
No nos desveles que el relato es ficticio (no es la primera vez que lo leo), porque creo que a todos nos gusta siempre tener esa duda de pensarte en cada situación que escribes, en cada momento y en cada sentimiento; por eso si desde el vamos nos dices que es sólo producto de tu imaginación, cierras las puertas del salón principal de tu casa, la curiosidad.
=) Una simple opinión de aficionado.
Un beso.
¡Qué bonito, Lucía!
ResponderEliminarDicen que no son buenos tiempos para los sueños y la esperanza, pero yo creo que uno puede hacerle tiempo a todo.
Qué hermoso que se hayan ido con todo y esperanza. De verdad, me has iluminado esta noche de tanta tarea (¡lo peor es que es sábado por la noche! y yo debería estar baile que baile en algún bar de la ciudad, pero heme aquí encerrada desde hace días haciendo cálculos estadísticos)
¿Tú qué tal estás?
Muá.
Ficticia y preciosa.
ResponderEliminarQue final...
Buenísimo.
Besos.
Lucía, me encantó este relato. Es precioso. Me has hecho soñar.
ResponderEliminarY dos frases que me hicieron vibrar:
"En el sueño, traías la maleta para devolverme los buenos tiempos"
"Está vacía. He venido a buscarte. Y nada necesito si tú me acompañas".
Genial. Gracias por esta historia.
Besitos
Un vacío que nunca podrá llenarse del todo si no es en compañía.
ResponderEliminarNecesito un viaje... pero mis obligaciones universitarias también me atan, por el momento :)
ResponderEliminarLíneas intensas, como de costumbre.
Un saludoo
Uf, casi un deja vú terrible, pero no, todo lo contrario, una grata invitación hacia cualquier lugar. Por suerte no todos los sueños son una premonición.
ResponderEliminarSalutes!
Necesitaba esta historia, Lucía, ni te lo imaginas... Te mando un abrazo muy fuerte.
ResponderEliminarBonito relato...Yo también usaba una maleta vieja para los viajes con el consiguiente cachondeo de mis acompañantes...Lo bueno es que siempre era superfacil de reconocer...Ahora ha sido sustituida por una con ruedas y aséptica...
ResponderEliminarUn abrazote
No hay nada más esperanzador que llevar una maleta vacía para ir llenando de vivencias junto a tu compañero de aventuras.
ResponderEliminarAh, y casi me imagino la maleta...
Un abrazo
Un día me dijiste que escribir no es juntar un par de palabras complicadas que juntas suenen bien. Tenías razón, porque las mejores historias son aquellas que se dicen como se las contarías a tu hermana una noche con la luz apagada en la que no tienes ganas de dormir, como te salen, sin que tengas que embellecerlas porque de por sí, ya son historias.
ResponderEliminarSiempre me han gustado las historias de amor, que van de mal a bien, que dan esperanza.. y en las que la forma de decir te quiero nunca es "te quiero" sino "nada necesito si tu me acompañas".
Lo bueno de llevar una maleta pequeña es que lo INNECESARIO, ABSURDO Y ESTÚPIDO no entra, y sólo te quedas con lo bueno.
será ficticia, pero ya nos gustaría a todos que nos viniesen a buscar de esa manera!
ResponderEliminar(muy bien escrita, me ha gustado la correcta aplicación de la intensidad, vamos, me ha gustado)
biquiños con problemas de conexión.
lindos textos, te sigo. un besote.
ResponderEliminarOh, qué bonita historia. No me lo esperaba..."Está vacía. he venido a buscarte..."
ResponderEliminarMe gusta la idea!!
Aunque sólo sea ficticia es una hermosa historia con final feliz.. muy lindo!
ResponderEliminarQué hermosa historia. No están de moda los finales felices. Me gustó mucho :D
ResponderEliminarMe ha encantado! Una historia esperanzadora,una nueva oportunidad, comenzar de nuevo. Precioso!Un abrazo
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