miércoles, 1 de julio de 2009

Presentación

No se me ocurre mejor comienzo para el blog que el siguiente:

"Llamadme Ismael. Años atrás, no importa cuántos, hallándome con poco, o ningún dinero en la faltriquera, y sin nada que me interesara especialmente en tierra, se me ocurrió hacerme a la mar por una temporada, a ver la parte acuática del mundo. Es el sistema que tengo de ahuyentar la hipocondría y regular la circulación sanguínea. En cuanto noto en mi alma las húmedas brumas de noviembre, cuando me detengo involuntariamente ante las funerarias, o me agrego al cortejo del primer entierro con que tropiezo, y particularmente cuando la hipocondría me domina de tal forma que necesito de mis fuertes principios éticos para no lanzarme a la calle a quitarle a golpes, metódicamente, los sombreros a la gente...entonces, ya sé que es tiempo de embarcarme en cuanto pueda. Es mi sucedáneo del tiro de pistola. Catón se arroja sobre su espada, haciendo aspavientos filosóficos; yo me embarco pacíficamente. No hay en ello nada sorprendente. Si bien lo miran, no hay nadie que no experimente, en alguna ocasión u otra, y en más o menos grado, sentimientos análogos a los míos respecto del océano."

Últimamente me ha dado la tentación de "quitar sombreros" en muchas ocasiones, pero, en lugar de volverme marinera, me he decantado por usar la palabra para combatir esta mezcolanza de rabia, frustración y vete tú a saber qué más.

Además, como dice Eduardo Galeano en "El libro de los abrazos":

"Cuando es verdadera, cuando nace de la necesidad de decir, a la voz humana no hay quien la pare. Si le niegan la boca, ella habla por las manos, o por los ojos, o por los poros, o por donde sea. Porque todos, toditos, tenemos algo que decir a los demás, alguna cosa que merece ser por los demás celebrada o perdonada."

Buena suerte y hasta luego.

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