viernes, 17 de julio de 2009

Ciao Italia




Día 1.
Nos levantamos a las 6.30 a.m., el vuelo saldrá a las 9.55. Nervios antes de subir en el avión, para alguna va a ser el primer vuelo. Pitidos en el control de seguridad: piercings y chapas beatlelianas y ovejunas. Aplausos, ya hemos llegado a Bergamo, son las 12.00. Uy, qué nublado está, vaya frío que debe hacer, ponte la chaqueta. Pues no, vaya bochornazo. Joé, qué calor. Reencuentro con Sandra, en primera línea entre los que esperan.
Autobús desde el aeropuerto y ya estamos en Bergamo. ¿Qué mejor guía que nuestra Erasmus, jaja? ¡Qué bonito Bergamo! El funicular nos lleva de la Cittá Baja a la Alta y de la Alta a edificios y un castillo aún más arriba. Entre medias, un heladito italiano, eso que no falte, y algún incidente que otro con un polo de mango. Ains.
Para cenar, un aperitivo, una de las mejores cosas autóctonas, pagando una bebida tienes derecho a cuanta comida quieras, ocasión inmejorable para probar pastas frías, calientes, ...Bonitas vistas desde la terraza del piso de Sandra. Y a dormir que mañana nos vamos a Milano.


Día 2.
Otra vez a las 6.30 en pie. Un tren nos lleva a Milán, donde hace aún más calor que en Bergamo. Visitamos la Galería de Vittorio Emmanuelle (- Gracias. Thank you. Lo que sea. Marta hablará cualquier idioma menos el italiano, está comprobado, jaja). A la salida nos encontramos el Duomo, la catedral (a la que corresponde la foto). Cosas insólitas pasan en esta ciudad: ¡Jesucristo tiene página web! Unos 200 peldaños más arriba, y pisando el tejado de la catedral, observamos toda Milán y cómo yo me derrito. Visitamos un par de Iglesias más, con el rídiculo inconveniente de tener que ponernos chaqueta Yoli y yo (estos curas mira que son raros, no les parece bien que en verano lleves tirantes). Nos quedamos a las puertas (nunca mejor dicho) de ver "La última cena" de Leonardo da Vinci. Un castillo con gatos moqueantes. Fuentes que nos refrescan al lado de esculturas de boxeadores. Tren de vuelta a Bergamo con olores raros y muchas, muchísimas risas. Cenita y por la noche obras en la calzada hasta altas horas de la madrugada (miedo me daría que hubiera PlanE en Italia, no podría dormir ni un solo italiano).


Día 3.

Amenaza tormenta. Deja de ser amenaza. Está lloviendo con ganas. Ya no podemos ir al lago de Lecco. Iremos después de comer. Carreras para no perder el tren. Durante el trayecto vemos cómo va oscureciendo fuera, sólo son las cuatro de la tarde y llueve a mares. Entre el andén y la estación nos calamos, es una sensación genial, la lluvia fresquita nos ha empapado, pero la siguiente sensación ya no es tan agradable: nos estamos congelando. Pues nada, llegar para coger el tren de vuelta. Y aquí estoy, escribiendo. Aún falta día y medio de viaje y esto promete.

1 comentario:

  1. Pues si que la armasteis el jueves noche si, ganas teníais que las veía yo (literalmente).
    Pues como no se que mas decir, dado mi lucidez mañanera, si lo se son las 2 de la tarde, pero algunos se acaban de levantar, pues simplemente os digo que aquí os espero con los ojos abiertos dispuesto a escuchar vuestras peripecias italianas.
    Buen viaje!!!!

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