- Espero que cuando vuelva tus cosas ya no estén aquí- dijo Elena.
- No te preocupes, así será – contestó él.
Elena cerró de un portazo la puerta del piso y también su relación amorosa con él. No podía aguantar más. Aprendió por las malas que no basta con querer a alguien y que ese alguien te quiera para llevar adelante una relación. La decisión estaba tomada, pero quedaba la tarea más difícil: olvidar.
Horas más tarde, cuando volvió al que había sido el refugio de los dos, subió las escaleras hasta el primero a oscuras, no quiso encender la luz, abrió la puerta a tientas, y se desplomó en el suelo. Cuando el nudo de su garganta se disipó dejándole tragar saliva, fueron sus ojos los que la traicionaron y estalló en lágrimas.
Pasado el primer torrente salino y sabiendo que vendrían muchos más, subió todas las persianas, abrió de par en par las ventanas y gritó hacia la calle que por fin era libre.
me parece macabramente adecuado el nombre de la protagonista de la historia teniendo en cuenta su título
ResponderEliminarpero, ¿qué mas da?
me voy a la usal
quedaba lo mas dificil, olvidar...cuanta razon te asiste.
ResponderEliminarsaludos,